Es muy probable que en estos tiempos hayas escuchado más a menudo acerca del “mindfulness”, ya que para varias personas esto se ha convertido en filosofía de vida para encontrar la plenitud.

El mindfulness, aunque no lo creas, no es algo novedoso como crees que es, resulta que es una técnica muy antigua de las tradiciones budistas empleada desde hace 2500 años, la cual era considerada una técnica espiritual. Sin embargo en la actualidad, no se busca realizarlo con una finalidad religiosa sino como una manera de buscar calidad de vida.

El mindfulness es la capacidad que tenemos para poder enfocarnos en el presente y disfrutar de aquello que no prestamos atención por llenarnos de la rutina diaria. Así como aceptar él “aquí y ahora” sin buscar cambiarlo cuando nos está trayendo tantos regalos. 

Existen dos tipos de mindfulness, el formal y el informal. El formal es aquel que hacemos al calmar nuestro cuerpo y mente, lo que mucha gente conecta con la meditación. Mientras que el informal es el que hacemos de manera consciente o inconsciente al poner atención en aquello que de verdad causa un efecto positivo en nosotros.

Y ¿cómo se practica?

Una de las técnicas para llegar a ese punto es la respiración ya que te hará enfocarte en ti y en tus sentidos, así como lograr concentrarte. Otra de las técnicas que pueden ayudarte es la meditación ya que hace que tu mente se habitúe a tú respiración consiguiendo un pensamiento sin interrupciones, porque la concentración nos ayuda a dominar la mente y conectar con nuestra vitalidad.

En fin, los beneficios del mindfulness son amplios y se ha demostrado científicamente que realizar esta técnica reduce los niveles de estrés y ansiedad, mejorando nuestra calidad de vida. Además de que pueden notarse mejorías en la memoria, concentración, autoconciencia e inteligencia emocional. También es muy eficaz para el autocontrol en los niños, el desarrollo de la resiliencia y la mejora en los recursos de afrontamiento en personas enfermas.

Investigaciones neurocientíficas exponen que la práctica de mindfulness crea conexiones entre la amígdala (recibe información del entorno, anticipa la respuesta emocional así como su consolidación y almacenamiento y desarrolla la cognición social) y la corteza prefrontal (responsable de regular la expresión de nuestros pensamientos, emociones y acciones). 

Y es importante mencionar que esta filosofía, como es llamada, puede ser adaptada a diferentes contextos y entornos ya que su auge es de índole pragmático. En definitiva, con este entrenamiento mejorarás en muchas esferas de tu vida, causando un equilibrio que te llenará de bienestar. 

En la práctica del mindfulness vas a experimentar una conexión contigo mismo (con tu cuerpo y mente), ya que lograrás verte desde otra perspectiva y esto te dará una mayor capacidad para equilibrar tus pensamientos y emociones así como cualquier propósito que tengas en la vida. 

“Trabaja mas en tener una consciencia plena, que en tener una plena consciencia de las cosas.”

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